Spoiler: no necesitás tener todo claro para empezar, pero sí un punto de partida.
A veces tenemos tantas ideas que nos bloqueamos. Queremos lanzar algo, pero no sabemos por dónde empezar. Esa mezcla de entusiasmo + caos es más común de lo que parece, y tiene solución.
1. Escribí todo sin filtro
Poné sobre la mesa TODO lo que tenés en la cabeza: ideas, dudas, proyectos, frases. No importa si suena desordenado. Sacarlo es el primer paso.
2. Agrupá por afinidad
¿De qué temas se repiten? ¿Hay ideas que se relacionan? Separá por categorías: “servicios”, “contenido”, “estética”, “objetivos”.
3. Elegí una prioridad
No podés hacer todo a la vez. Elegí UNA idea para empezar. Esa que te da cosquillas de emoción (y un poquito de miedo).
4. Pedí mirada externa
A veces otra mirada ayuda a ver con más claridad. No es necesario hacerlo sola. (Acá es donde una asesoría puede hacer magia).
Ordenar no es encasillar, es darte permiso para avanzar con foco. Empezá con lo que tenés. Después, afinamos el camino juntas.
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